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¿Cómo Influye el Tipo de
Trabajo en nuestra Salud Mental?

  ¿Cómo Influye el Tipo de </br>Trabajo en nuestra Salud Mental?

Cada día más personas acuden a consulta a consecuencia de una mala relación con el trabajo. Para ello, es importante conocer cómo influye el tipo de trabajo en nuestra salud mental.

«Dime dónde trabajas y quién paga tu sueldo y te diré cómo es tu salud mental…«

Palabras clave: estrés laboral, trabajo, derechos laborales, impuestos, presión laboral, salud mental.

La salud mental es un aspecto fundamental en el bienestar laboral. Cada vez, se reconoce más la el impacto del ambiente laboral sobre nuestra salud mental, como afirma la OMS.

Si no tenemos una buena relación con el trabajo, podemos sufrir problemas derivados de la misma como: estrés laboral, ansiedad, depresión, Burnout o TEPT.

No obstante, existen diferencias notables en la salud mental de los trabajadores según el tipo trabajo. Principalmente, esto se relaciona a los derechos asociados y quién financia la actividad, es decir, de dónde sale nuestro sueldo.

Aspectos como, la percepción de estabilidad, los derechos laborales, la capacidad de conciliación y la calidad de vida, pueden variar sustancialmente en función del tipo de trabajo y del tipo de empleador.

A continuación, abordaremos, cómo influye la percepción de estos derechos, en trabajadores que dependen del estado, de la empresa privada o trabajadores por cuenta propia.

Funcionarios y Empleados Públicos: la seguridad del Estado como protector de la salud mental

Con las políticas actuales, ser funcionario o empleado público, aporta una serie de beneficios y seguridad que pueden repercutir positivamente en nuestra salud mental y estabilidad emocional.

Estabilidad laboral: la contratación pública generalmente, asegura una estabilidad y seguridad en el empleado. Normalmente, contratos indefinidos brindados ante el despido.

Esta estabilidad, reduce el estrés relacionado ante la posibilidad omnipresente de poder perder el empleo y proporciona una base segura a medio y largo plazo.

Condiciones laborales reguladas: los trabajadores del sector público, suelen tener unas regulaciones laborales estrictas, lo que garantiza horarios razonables, vacaciones pagadas, permisos por enfermedad, cuidado de familiares y un largo etcétera.

Percepción de derecho al estar financiados por el Estado, muchos empleados públicos, perciben que sus derechos laborales están mejor protegidos.

Esto permite conciliar la vida personal, laboral y familiar. Poder desarrollarse e involucrarse en proyectos personales de forma estable, sin que la preocupación por el trabajo sea el epicentro de nuestra vida.

Es una forma de proteger la salud mental ya que el trabajador se siente respaldado y seguro en su puesto de trabajo.

Dificultad de acceso: esto sería el punto negativo por la altísima demanda y en ocasiones la complejidad e incluso la arbitrariedad de algunos procesos selectivos.

Fundaciones y Asociaciones: el apoyo estatal reduce la presión laboral

En muchos casos, estas organizaciones, dependen de la financiación estatal, lo que tienen un impacto favorable en la presión laboral, y en consecuencia sobre la salud mental de los empleados.

Componente vocacional: en muchos de estos trabajos hay personal con un gran componente vocacional, por lo que se sienten realizados y comprometidos con el trabajo.

La relación con el Estado como fuente de financiación, otorga a las fundaciones un respaldo que disminuye el nivel de presión y permite a los empleados trabajar en un entorno con menor estrés y más satisfacción.

Muchas de las decisiones, «licencias» o dinámicas de este tipo de puestos de trabajos son impensables en el marco de la empresa privada.

El contrapunto negativo: es que muchas veces, estas fundaciones, dependen de captar las subvenciones y ayudas del estado, por lo siempre hay un periodo de estrés, ya que la estabilidad a largo plazo es incierta y relativa.

Multinacionales y Grandes Empresas: la exigencia como sello de identidad

Trabajar en una gran empresa tiene beneficios, aunque los altos niveles de exigencia pueden ser perjudiciales para la salud mental, especialmente cuando la presión de cumplir objetivos es constante e incesante.

Estabilidad económica y beneficios: las grandes empresas ofrecen paquetes de beneficios y salarios competitivos, además de una estabilidad económica que, aunque no equipara la seguridad de un empleo estatal, es suficiente para reducir el estrés financiero de los empleados.

Presión de rentabilidad y productividad: sin embargo, en comparación con el sector público y el trabajo en fundaciones, la presión en grandes empresas por alcanzar metas y maximizar beneficios es mucho mayor.

Normalmente, el nivel de presión laboral, aumenta de manera proporcional al nivel de responsabilidad.

Los empleados deben cumplir con objetivos ambiciosos que pueden generar estrés y ansiedad, muchas veces, afectando negativamente la salud mental, al desarrollo personal y al bienestar emocional.

En general, la estabilidad y beneficios en las grandes empresas son una ventaja, pero la presión constante sobre el trabajador suele contrarrestar estos efectos, creando un entorno desafiante para la salud mental.

Pequeños Empresarios y Autónomos: presión insostenible y precariedad camuflada de «libertad»

Los trabajadores autónomos y pequeños empresarios son responsables de sus propios ingresos, sin un respaldo estatal o de una empresa estable, lo que conlleva desprotección y altos niveles de presión y riesgo para la salud mental.

Libertad y flexibilidad: trabajar para uno mismo otorga una «falsa sensación autonomía» y permite establecer el propio horario y enfoque del negocio. Este control es una ventaja que, en principio, puede mejorar el bienestar personal.

Inseguridad económica: la falta de ingresos garantizados y la necesidad de buscar clientes o generar ventas, crea una presión constante que puede volverse insostenible. El temor de no poder cubrir gastos o mantener el negocio operativo genera altos niveles de ansiedad y estrés.

Ausencia de derechos laborales: a diferencia de los empleados públicos o las grandes corporaciones, los autónomos no cuentan con vacaciones pagadas, licencias por enfermedad, lo cual incrementa la sensación de vulnerabilidad y la presión por mantener un flujo constante de trabajo.

Carga de trabajo y aislamiento: los autónomos suelen enfrentarse a una carga de trabajo excesiva, ya que deben gestionar todas las áreas del negocio por sí mismos. Esto puede derivar en agotamiento y soledad, afectando su salud mental y su capacidad de mantener un equilibrio saludable.

En este caso, la dependencia de uno mismo como “pagador” impone una presión constante que, sin una red de apoyo, resulta insostenible y perjudicial para la salud mental.

Dedicarnos a lo que nos gusta, puede tener un precio muy alto o unas consecuencias que puede hacer que deje de gustarnos…

Sistema de cotización y pensiones

Este es un tema que muchas veces no pensamos, ni somos conscientes, pero hace que mirar al futuro resulte incierto y produzca desconfianza, sobre todo, en determinados trabajos maltratados de forma sistemática.

Teniendo en cuenta el aumento del coste del nivel de vida, si nuestro ingresos, no cubren los gastos. Sostenernos con una pensión de autónomo podría llegar a ser una misión imposible.

Reflexión Personal

Es indiscutible que a medida que los trabajos dependen del estado, en mayor medida, sienten que sus derechos están más cubiertos, eso permite desarrollar la vida con mayor sensación de confort y seguridad.

La asimetría de derechos y la percepción de estabilidad es más que notoria en función del tipo de trabajo y de dónde proviene tu salario.

El modelo actual, está destinado a que desaparezcan los autónomos y PYMES y crear una dependencia absoluta del estado.

Esta muy bien fomentar el empleo público, pero a largo plazo, continuar con esta política y erradicar cualquier otra forma de empleo que no dependa directamente del estado, puede ser insostenible.

Los pequeños trabajadores o autónomos, están sujetos a unas fuertes regularizaciones de impuestos que hacen que cada día resulte más difícil sobrevivir y por supuesto contratar empleados.

Conclusiones

En función de dónde provengan nuestros ingresos, el nivel de presión laboral se verá afectado. En consecuencia, nuestra salud mental y el nivel de satisfacción que experimentamos en el puesto de trabajo.

Según el tipo de trabajo, nadie tiene dudas de solicitar una baja laboral si se ve sobrepasado por las circunstancias, tiene una enfermedad o alguna circunstancia que le impida el ejercicio normal de sus funciones.

Aunque nos resulte un derecho básico y fundamental e incluso nos parezca difícil de creer, en función del tipo de realidad que vivamos, esto sería inasumible.

Aunque sea un tema tabú, en otros trabajos, directamente te podrías jugar el despido.

Los autónomos, ni si quiera, tienen derecho a una reducción de la cuota ante una intervención de un familiar.

Teniendo que anteponer incluso el trabajo, por encima de su salud física o mental. Y pagando por no trabajar hasta en los periodos festivos o en los que no hay trabajo y los gastos superan a los beneficios.

Es indiscutible que existe una gran diferencia y descompensación en cuanto a los derechos laborales, que obviamente, tiene un impacto significativo e innegable en nuestra salud mental y bienestar emocional.

La dependencia del Estado, ya sea directamente como funcionario o indirectamente a través de fundaciones, otorga una estabilidad y protección que resulta beneficiosa para la salud mental.

Estos trabajadores disfrutan de más derechos y seguridad, lo cual reduce el estrés asociado al trabajo.

En contraste, aquellos cuyos ingresos dependen de empleadores privados o de ellos mismos, como en el caso de los autónomos, enfrentan una presión financiera y laboral que puede ser insostenible.

A mayor dependencia del Estado, mejor es la percepción de seguridad y derechos. En consecuencia, aumenta significativamente la sensación de bienestar y la satisfacción de los trabajadores.

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Andrés Herráiz

¡Hola! Mi nombre es Andrés Herraiz, estudié psicología en Valencia y posteriormente seguí ampliando mi formación en la universidad Santiago de Compostela, con la que he colaborado en eventos de difusión científica.

Actualmente, trabajo en mi propio centro Andrés Herraiz – Psicología Valencia, dónde me ocupo personalmente de ofrecer un servicio cercano y de calidad, destinado por y para las personas.

Periódicamente suelo publicar artículos relacionados con temas de salud mental y bienestar emocional en mi blog, si te interesa el contenido, y quieres pasarte por aquí, serás bienvenido/a.

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