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¿Todas las personas pueden «permitirse estar mal»?
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¿Todas las personas pueden «permitirse estar mal»?, ¿todos tenemos los mismos derechos?, ¿tiene los mismos derechos un trabajador por cuenta propia que un empleado público?, ¿por qué los autónomos no enferman?
Los que no pueden permitirse estar mal: el peso invisible de la responsabilidad
Palabras clave: salud mental, derechos, responsabilidad, autónomos, depresión, autoestima.
Para muchas personas la salud mental es un artículo de lujo, al que no tienen acceso, ni si quiera se lo plantean, porque directamente saben que no pueden permitirse el lujo de parar…
Cuando hablamos de salud mental, no solo hablamos de asistencia psicológica, sino una capa que previa que se descuida y no es menos importante, como son los “derechos laborales”.
Colectivos, tradicionalmente desprotegidos y maltratados como autónomos, pequeños empresarios, cuidadores o personas sin una red de apoyo sufren en silencio esta discriminación.
Descubre en la entrada publicada en el blog de psicología cómo la sociedad silencia a quienes no pueden permitirse estar mal y cómo afecta su salud mental.
¿Por qué la salud mental es un “artículo de lujo” para muchas personas?
Hay personas que no pueden permitirse un respiro. Autónomos, cuidadores de familiares dependientes, personas sin apoyo económico ni laboral…
Todos ellos comparten una realidad en la que estar mal no es una opción. Esto no sé si a veces, puede ser un factor de riesgo o incluso de protección en determinadas situaciones… «No puedo permitirme estar mal porque todo va detrás»
La sociedad invisibiliza el sufrimiento, exigiéndo seguir adelante sin ayuda.
Pero, ¿qué consecuencias tiene esto para su salud mental?
El peso de la responsabilidad: cuando la sociedad te deja solo
Aunque resulte incómodo o afecte a algunas sensibilidades, lo cierto es que no todas las personas pueden permitirse una baja médica, un descanso o un periodo de crisis.
Entre los más afectados encontramos:
Autónomos: si no trabajan, no ingresan y no solo eso, sino que tienen que seguir haciendo frente a las cuotas y a los múltiples pagos como: el alquiler, materiales, facturas… “pagando por no trabajar”
Además, debido a la presión fiscal a la que se ven sometidos y el escaso margen de beneficio, no pueden permitirse periodos de descanso o inactividad.
Las bajas laborales no cubren sus necesidades y muchas veces siguen adelante incluso enfermos y anteponiendo el trabajo a la salud.
Cuidadores de familiares dependientes: sin ayudas suficientes y con una responsabilidad constante, el agotamiento físico y emocional puede ser abrumador.
Personas en trabajos precarios o sin red de apoyo: enfrentan cada día a presiones económicas y laborales que los obligan a seguir, sin importar su estado anímico.
Aunque sea un tema tabú, muchas personas, o directamente no pueden o temen perder su puesto de trabajo, por eso, no pueden siquiera plantearse pedir una baja laboral o solicitar ayuda profesional.
La sociedad, en lugar de ofrecer apoyo, refuerza la idea de la meritocracia y que deben resistir sin quejarse.
Consecuencias psicológicas de no poder parar
Vivir bajo esta presión constante tiene un impacto severo en la salud mental:
- Estrés crónico: la imposibilidad de descansar mantiene el sistema nervioso en alerta constante.
- Insomnio: por supuesto, cuando el sistema de alerta es constante, el sueño se ve afectado.
- Ansiedad y depresión: la sensación de estar atrapado sin opciones genera una profunda angustia.
- Desgaste emocional y físico: la fatiga acumulada puede derivar en enfermedades psicosomáticas.
- Despersonalización y apatía: sentir que uno solo es valioso en función de su productividad lleva a una desconexión emocional.
Todo esto, se entremezcla de emociones, genera miedo al futuro, desconfianza e incluso dudas en nuestra autoestima y sobre la percepción de nosotros mundos.
La falta de reconocimiento: cuando el sacrificio es invisible
Uno de los problemas más graves es la falta de visibilidad y apoyo. Muchas veces, nos hace sentirnos solos, incomprendidos e incluso culpables por no poder evitar esta situación de indefensión.
Mientras que en otros ámbitos se promueve la salud mental, estas personas quedan fuera de este discurso. Y tienen que normalizar que esta sensación de frustración es parte de su realidad.
La presión social y fiscal, acompañada de la ausencia de medidas reales agravan su situación.
La sociedad normaliza su sacrificio, sin preguntarse qué pasa cuando ya no pueden más.
Cómo empezar a cuidarse cuando no puedes parar
Si bien el contexto pude ser muy difícil, hay pequeñas acciones que pueden ayudar:
- Buscar espacios de descarga emocional: un psicólogo, un grupo de apoyo o personas de confianza pueden ser clave, sobre todo que entiendan o compartan la situación.
- Poner límites dentro de lo posible: aunque parezca imposible, pequeños ajustes pueden marcar la diferencia.
- Reconocer la propia valía más allá del rol de cuidador o trabajador: eres más que lo que haces.
- Explorar ayudas disponibles: aunque sean insuficientes, pueden ser un punto de partida.
- Recordar que pedir ayuda no es una debilidad: nadie debería cargar con todo solo.
Aunque no debemos de culparnos, ni normalizar una situación de desigualdad, si que es verdad, que el afrontamiento que hagamos de la misma. puede marcar una diferencia notable en nuestra salud mental.
Conclusión
Los que no pueden permitirse estar mal son los grandes olvidados de nuestra sociedad.
Es hora de visibilizar su realidad y exigir cambios que permitan que nadie tenga que elegir entre su bienestar y su supervivencia.
Con independencia de cualquier ideología, estás políticas son denigrantes y exclusivas para muchas personas, algunas, que son el verdadero motor o fuente de ingresos de la sociedad como los autónomos.
¿Se le presta la misma atención a la salud mental de un funcionario que de un autónomo? Definitivamente no.
Desde la administración se castiga cualquier forma de esfuerzo o emprendimiento, mientras que se premia la seguridad de vivir y depender bajo el paraguas del estado.
Mientras se promulgan discursos que promueven visibilizar la importancia y el cuidado de la salud mental, se implementan políticas que descuidan y perjudican a algunos sectores olvidados y denostados como es el caso de los autónomos.
Hablar de salud mental no es solamente ampliar las plazas de psicólogos en los hospitales, que la verdad, es francamente, una medida necesaria e interesante.
Pero la salud mental, también implica garantizar unos derechos básicos y contribuir a crear una sociedad más justa para todos. Esto incluye oportunidades de acceso a la vivienda o un trabajo digno para todos.
Hay personas no pueden permitirse parar. Porque de su trabajo depende su existencia e incluso la de otras personas a su cargo que dependen de ellos.
Dentro de las circunstancias, que muchas veces, no elegimos, siempre podemos emplear pequeñas estrategias que contribuyan a que el día a día resulte algo más fácil.
Si te sientes identificado/a con este tema o conoces a alguien que se sienta reflejado, ayuda a compartirlo, para visibilizar la discriminación que sufrimos algunos colectivos en cuanto a derechos y cómo afecta a nuestra salud mental.
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Andrés Herráiz
¡Hola! Mi nombre es Andrés Herraiz, estudié psicología en Valencia y posteriormente seguí ampliando mi formación en la universidad Santiago de Compostela, con la que he colaborado en eventos de difusión científica.
Actualmente, trabajo en mi propio centro Andrés Herraiz – Psicología Valencia, dónde me ocupo personalmente de ofrecer un servicio cercano y de calidad, destinado por y para las personas.
Periódicamente suelo publicar artículos relacionados con temas de salud mental y bienestar emocional en mi blog, si te interesa el contenido, y quieres pasarte por aquí, serás bienvenido/a.
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