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«Mobbing», la pandemia silenciosa.
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Mobbing o acoso laboral. La pandemia silenciosa.
¿Qué es el Mobbing?
El Mobbing, es una pandemia silenciosa. El término fue acuñado por Leymann, y hace referencia a la versión adulta del Bullying, pero esta vez, circunscrito en el ámbito laboral.
También podemos identificar el acoso laboral bajo el término daño moral, acuñado por la psiquiatra Marie-France Hirigoyen.
Se trata de un proceso de desgaste en el que una o varias personas ejercen violencia psicológica de manera sistemática y continuada sobre otra.
Normalmente con un doble objetivo deteriorar la imagen pública y quebrar su equilibrio psicológico. Esto suele conducir a que la víctima, asediada por el hostigamiento, termine abandonando su puesto de trabajo.
Llegando a socavar el estado del ánimo, perjudicando seriamente la relación laboral y causando malestar significativo y deterioro en todas las áreas significativas del desarrollo de la persona.
Según los datos proporcionados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) la depresión, constituye la primera causa de incapacidad laboral.
Esto supone un elevado porcentaje de las bajas laborales debidas a causas psicológicas.
Pasamos prácticamente más tiempo en nuestros trabajos que en nuestros hogares, compartimos más momentos con nuestros compañeros que con nuestras propias familias.
Además de la versión más romántica o idealizada del trabajo como forma de autorrealización, también supone un modo de vida y sustento económico, por lo que no nos debe extrañar el impacto y la repercusión que el acoso moral tiene en nuestras vidas y por supuesto en nuestra salud.
¿Dónde y cómo se produce?
Principalmente tiene lugar en el trabajo, aunque no es tan habitual, también puede seguir fuera de este.
Puede producirse de múltiples formas, a veces de una manera deliberada, otras, prácticamente de manera inconsciente.
Ningún trabajo, empresa u organización está libre de sufrir este tipo de situaciones de abuso. Con independencia de la cualificación del puesto, el sector, las funciones o el tipo de trabajo en cuestión.
Aunque existen diversas clasificaciones, las estrategias pueden ir de una manera más sibilina o sutil (encubiertas) a más notorias o evidentes (manifiestas):
Algunas estrategias genéricas de desgaste laboral:
- Difundir rumores o mentiras (cosas que alguien ha contado, pero nadie ha visto).
- Descalificaciones, burlas o motes.
- Prejuzgar/cuestionar el estilo de vida, actitudes, creencias o valores.
- Cambios de horario, turno o departamento.
- Amento de la carga laboral/relegación de sus funciones.
- Se obstaculiza su trabajo, impide o dificulta la ejecución y el desarrollo del mismo.
- Se ridiculiza cuando habla, se desacredita o se interrumpe de manera constante.
- Emplear un tono de voz desagradable, gritar o alzar la voz de manera inadecuada.
- Mostrar indiferencia, negar la palabra, evitar el trato o cambiar de tema.
- Se ignora su presencia, se evita contestar a sus preguntas (trato de invisible).
- Se le recomienda a la gente o se les persuade para que no hablen con él/ella (aislamiento).
- Presiones para falsear o hacer el trabajo en contra de las convicciones éticas o morales.
- Se le pide que incurra en fraudes, irregularidades o actúe al límite de la legalidad.
- Se hacen comentarios despectivos, se especula sobre su salud mental.
- Vendettas o amenazas («ahora se va a enterar», «no sabe quién soy yo«…).
- Se retiran incentivos, se empeoran las condiciones laborales o salariales.
- Se omiten explicaciones necesarias o se dan por sabidas y se le piden responsabilidades al respecto («el no saber no exime de responsabilidad»…).
- Emisión de órdenes ambiguas, confusas e incluso contradictorias entre sí.
Lógicamente, las formas de hacer daño, pueden ser prácticamente infinitas. Pero quizás no se tan relevantes como la intensidad, la frecuencia y sobre todo, la intencionalidad con la que se aplican.
¿Contra quién se produce y por qué?
No parece existir un perfil determinado de víctima, cualquier persona, en cualquier momento es susceptible de sufrir una situación de acoso de este tipo, con independencia de la edad, el sexo, la formación, la cualificación profesional o el puesto de trabajo.
A priori, podríamos pensar que encaja con una persona honesta, íntegra, con un elevado nivel de justicia, responsable, competente. Pero lo cierto, es que no hay ningún rasgo o característica definitoria.
No es una tarea fácil, ni hay un consenso claro al respecto, pero vamos a tratar de identificar algunas cuestiones que podrían influir en la aparición de este fenómeno:
- El ambiente, el clima laboral o la cultura organizacional.
- Alianzas, recelos, manías o envidias.
- Alineación con la empresa.
- Discrepancias de intereses o choques ideológicos.
- Reafirmar un rol de liderazgo o justificar un trabajo. Ej. Coordinador, gerente o jefe.
- Facilitar un despido.
Si no compartes el ideario de la empresa, no participas activamente en la cultura de la misma, no fidelizas con los integrantes, evitas socializar con los compañeros o adherirte a una causa, puede que te perciban como una amenaza o incluso como un rival.
Las causas pueden ser miles, como, por ejemplo, económicas, para facilitar la renuncia a un puesto de trabajo y ahorrarse finiquitos o indemnizaciones.
¿Quién lo perpetra?
Los agresores, pueden ser los propios compañeros, los superiores e incluso los subordinados. Aunque es más frecuente que sea a manos de superiores, no siempre tiene porque ser así.
En la mayoría de ocasiones, suele haber una o varias figuras instigadoras y otros que podrían actuar como cómplices, consintiendo, incluso colaborando o secundando el abuso de algún modo.
Los hostigadores, tienden a buscar apoyos para degradar y estrechar cada vez más el círculo de la víctima.
Estos últimos, a veces, actúan simplemente movidos por miedo, desconocimiento, o para mantener un determinado estatus o estado de bienestar dentro de la cultura organizacional o la jerarquía de la empresa.
De hecho, es posible participar en el acto, incluso de una manera prácticamente inconsciente, sin apenas darnos cuenta de las consecuencias que comportan nuestras acciones o la indiferencia que mostramos ante el sufrimiento.
En ocasiones, el acoso, es consustancial a la propia naturaleza de la organización o institución.
La gente tiende a guardar silencio cómplice o prefiere mantenerse al margen, adoptando una postura cómoda. Posicionarse al lado de la víctima, podría suponer estar en el punto de mira.
Los agresores
Los agresores sí que suelen compartir características comunes entre sí, ya que los patrones de conducta son bastante similares o característicos.
Pueden presentarse tras una apariencia carismática, como embaucadores o aduladores, socialmente integrados en el grupo, pero tras una primera fase de acercamiento, dónde tratarán ganarse la confianza, no dudarán extraer información que a posteriori podrán utilizar en nuestra contra.
Tras esta apariencia de fortaleza o liderazgo, se evidencian rasgos de inseguridad, ínfulas de grandeza, baja autoestima, constante reafirmación de sus logros, demanda atención/admiración constante, rasgos narcisistas o egocéntricos, incluso cierto desorden emocional.
Acomplejados, frustrados o atormentados por su situación personal o familiar. Recurren a un rol tiránico, de autoridad o de superioridad en el trabajo.
Pero sin duda, la característica más definitoria y alarmante, sería la ausencia de empatía ante el sufrimiento ajeno, estando directamente relacionada con el grado de desconexión moral.
En palabras del profesor Piñuel, “el acosador moral suele tener un montón de cadáveres en el armario, han sido y serán hostigadores, como los –serial killers- matarán de nuevo en cuanto tengan la oportunidad”.
¿Qué repercusiones tiene en nuestra salud?
Es innegable que el mobbing o el acoso laboral tiene enormes repercusiones y consecuencias en nuestra salud física y mental. Pudiéndose convertirse en un problema grave de salud.
El daño psicológico que se puede materializar a través del Trastorno de Estrés Postraumático (TEP), estrés, ansiedad o depresión.
Lógicamente, además del impacto psicológico, a nivel fisiológico se puede manifestar en causas orgánicas o en diversas alteraciones de nuestra salud (úlceras, patología intestinal…)
-Repercusiones psicológicas
Centrándonos en las consecuencias psicológicas del mobbing, trascienden más allá de la motivación y rendimiento laboral, pudiendo tener consecuencias devastadoras en nuestra salud mental.
Algunas características o síntomas recurrentes son:
- Fatiga mental, agotamiemto o desgaste emocional.
- Miedo y angustia.
- Apatía, inseguridad, frustración.
- Incertidumbre laboral.
- Desesperanza, sensación de vacío.
- Percepción infravalorada (sentimiento de inutilidad)
- Irritabilidad, ira.
- Insomnio.
- Aislamiento.
- Despersonalización.
Una idea muy repetida en consulta por las personas que han sufrido una situación de acoso moral, es el sentimiento de encontrarse como en un “laberinto o callejón sin salida”.
La ideación suicida puede estar presente en algunos casos, lo que la psiquiatra M France, acertadamente califica como “psicoterrorismo”.
Además de las acciones propias del acoso laboral, la valoración la lectura que hagamos de la situación, puede resultar igualmente peligrosa, es decir, nuestros propios pensamientos.
Por otro lado, es frecuente, que muchas veces, la propia víctima acabe aislándose o incluso lleve a cabo comportamientos anómalos o erráticos, como un mero mecanismo de protección, llegándose a cronificar el miedo por el trabajo. (sesgo confirmatorio).
¿Cómo actuar?
Comunicando e informando de la situación tanto a los posibles apoyos que podamos contar en la institución, como a los organismos superiores y por supuesto fuera de la empresa si fuera necesario.
Denunciando
Buscando ayuda tanto familiar como de carácter profesional
Buscando alternativas incluso valorando el cambio de trabajo.
La teoría parece muy fácil, pero en la práctica resulta mucho más complejo, ya que detrás de cada historia de acoso, hay una historia de vida que merece un profundo respeto.
Cuando está en juego nuestro trabajo, carecemos de apoyos y de ello depende la economía o la subsistencia familiar y/o existe un estado de necesidad, la cosa todavía parece complicarse más, pudiéndose convertir en una situación completamente desesperanzada, en una pesadilla.
Aun así, es recomendable buscar una solución a tiempo, ya que estamos hablando de nuestra salud mental y esto no es un tema menor.
¿Es malo coger una baja laboral?
En estos casos, pensar en la baja laboral, puede parecer la única salida para el conflicto.
Aunque desde luego, no es una solución definitiva, puede resultar un parche a corto plazo. No es que sea malo, es que puede ser incluso necesario, siempre bajo preinscripción facultativa.
-«Hay un bien importante en juego que debemos proteger como un tesoro, nuestra salud mental» –
Llegada esta circunstancia, es común pensar que hemos “perdido la batalla”, pero esto no es cierto, es solo una trampa más. No podemos caer en el error de convertir nuestro trabajo en una guerra, ni mucho menos en una pesadilla.
Los intereses de terceros, el qué puedan pensar o la imagen que se puedan formar, no parecen razones de peso que deban sobreponerse a nuestra salud mental. Lo realmente importa, es restructurar una situación que estaba resultando insostenible y por supuesto, recobrar nuestra salud mental y emocional.
¿Quién me puede ayudar y de qué modo?
A nivel legal, consultar un abogado laboral, sindicatos, comités de empresa.
Médico tramitar baja laboral o pautar tratamiento en caso necesario.
Psicólogo – reparación del autoconcepto o minimización del daño psicológico a través de la escucha, el consejo profesional y el asesoramiento profesional.
¿Cuándo debo recurrir ayuda psicológica?
En este tipo de situaciones, es altamente aconsejable solicitar ayuda o recurrir a asistencia profesional cualificada.
Tanto a modo preventivo, cuando detectamos los primeros indicios, como en fases más avanzadas.
Esto nos permitirá minimizar el impacto y restaurar el daño psicológico. Atenuando las consecuencias negativas del proceso y buscando las mejores alternativas a nuestro alcance..
Uno de los riesgos principales y errores que debemos evitar, sería responsabilizarnos o culpabilizarnos de la situación, lo que conocemos como victimización o “error de atribución”.
Consideraciones importantes:
El agotamiento laboral, Burnout o desgaste profesional puede ser una consecuencia más del acoso laboral, pero no se debe de confundir con el mismo.
En ocasiones, el acoso queda tapado o incluso se puede llegar a “normalizar” por las propias dinámicas o la propia cultura organizacional.
Hay que tener en cuenta, que muchos casos el acoso laboral, no se acaban etiquetando como tal y quedan enmascarados tras el diagnóstico de ansiedad o depresión.
Por lo que la incidencia real, sería muchísimo mayor de la que se estima a partir de los datos.
Además, todavía hoy, por increíble que parezca, resulta un tema tabú, ya existen muchos prejuicios asociados como signo de debilidad, que incluso pueden estigmatizar o victimizar a la propia víctima.
Aunque puede ser muy preocupante, llegando a parecer surrealista, los agresores, podrían llegar a estar autoconvencidos que verdaderamente existen motivos de peso o razones que “justifiquen” o legitimen este tipo de agresiones o maltrato psicológico contra un compañero de trabajo.
A veces, nos relacionamos con este tipo de situaciones de abuso de poder, desde edades tempranas muy tempranas, por lo que inconscientemente, llegamos a naturalizar las situaciones de acoso moral como parte de nuestra vida cotidiana.
En muchas ocasiones, el acoso laboral tiene un componente estructural, por lo que a resulta difícil de detectar, incluso de demostrar, ya que puede ser difícil recabar pruebas o buscar gente dispuesta a testificar.
Conclusiones:
– El Mobbing es acoso y esto no es una cuestión ambigua, ni mucho menos subjetiva.
-Estamos ante un problema que suele quedar enmascarado o encubierto, y al menos desde mi punto de vista, es tan importante como otras formas de violencia por lo que requiere especial atención.
-Es necesario, romper el estigma y visibilizar esta realidad, estamos hablando de un problema que afecta al conjunto de la sociedad.
-Puede que incluso que muchas de las personas que están sufriendo una situación de estas características, no la identifiquen como tal.
-El acoso laboral es una lacra que debemos combatir y erradicarla es responsabilidad de todos.
-Necesitamos menos recetas de la felicidad para aumentar la motivación y productividad, y más auditorías externas para evaluar el bienestar y la situación laboral de los empleados.
-La salud laboral, también forma parte de la salud mental.
-Resulta primordial que exista una psicoeducación y procurar un buen ambiente de laboral.
Además, desde una perspectiva organizacional, el bienestar de los empleados, es sinónimo de en un aumento de productividad y una mejora del rendimiento, lo que se traduce en un mejor trato al cliente y consecuentemente en una mejor imagen de la empresa.
Si conoces a alguien que está recibiendo un trato injustificado en el trabajo, escúchale, permítele que se exprese, actúa de mediador o por lo menos, muéstrale su apoyo.
Si estas sufriendo una situación de este calibre, es importante que sepas que no estás solo, y que por desgracia es algo muy común, aunque aún hoy, tendemos a silenciar, normalizar o incluso a negar.
«La mejor vacuna para combatir esta pandemia silenciosa, es» la empatía», pero por desgracia, todavía parece estar en fase de desarrollo.»
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Andrés Herráiz
¡Hola! Mi nombre es Andrés Herraiz, estudié psicología en Valencia y posteriormente seguí ampliando mi formación en la universidad Santiago de Compostela, con la que he colaborado en eventos de difusión científica.
Actualmente, trabajo en mi propio centro Andrés Herraiz – Psicología Valencia, dónde me ocupo personalmente de ofrecer un servicio cercano y de calidad, destinado por y para las personas.
Periódicamente suelo publicar artículos relacionados con temas de salud mental y bienestar emocional en mi blog, si te interesa el contenido, y quieres pasarte por aquí, serás bienvenido/a.
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